miércoles, 15 de octubre de 2014

NATURALEZA

Sé naturaleza conmigo.
Despiértame cada mañana con tu
tímida frescura
y provoca un amanecer en mi cara.

Cúbreme de vida con tus manos.
Riégame de inocentes sonrisas
para verme florecer
y colgaré en tu recuerdo mi esencia.

Lluéveme en las caderas.
Desata tu tormenta conmigo
y cobíjate en mi vientre
hasta que sientas mi temporal.

Sé naturaleza conmigo.
Llena mi luna de luz
y apaga tu noche en mi cielo.


domingo, 12 de octubre de 2014

UNA VIDA EN UN CUADERNO

Hace ya varios días que compré este cuaderno. Tal vez semanas. El concepto del paso del tiempo creo que ya me es indiferente o por lo contrario, me afecta tanto que prefiero ignorar el día que marca el calendario. 

Lo compré por varias razones. La primera, porque reconozco que me vuelve loca la sección que, cualquier grande superficie dedica a la papelería. Aunque cuando realmente disfruto es al entrar en uno de esos coquetos negocios en los que, solo con abrir la puerta y escuchar el delicado sonido de la campanilla que cuelga del techo, para avisar de tu llegada, te envuelve.

Me encanta pasearme por sus estanterías y disfrutar del olor del papel, de la exquisita y sutil decoración, de las cartulinas de colores ordenadas de acuerdo con la jerarquía impuesta por el arcoíris. Siempre me han fascinado los conjuntos de escritorio realizados con delicada piel, los de madera finamente decorada con la técnica del decoupage, o los modernos de cartón resistente con estampados que van, desde los más sobrios y elegantes, hasta los más variopintos y alocados.

De pequeña, cuando llegaba el verano, me encantaba comprar juegos de papel de carta para escribir correspondencia. Recuerdo que traía apenas una docena de hojas decoradas con motivos que combinaban perfectamente con el de sus sobres. Me duraba todo el verano, pues el tiempo sin ver a alguna de mis amigas solía ser de dos semanas, tres a lo sumo. Tiempo suficiente para escribir una carta y obtener la tan esperada respuesta.

Ya nadie escribe cartas. Yo todavía conservo todo el correo estival de aquellos preciosos años.

Estas pequeñas papelerías, me suelen transportar a otro tiempo.
Nada está colocado al azar en esas estanterías.
Puedes encontrar preciosas plumas estilográficas capaces de hacer parecer deliciosa cualquier escritura.
Jamás he logrado escribir bien con ellas, aun habiendo tenido varias en mi época de estudiante. Gran error el que te regalaran alguna por tu cumpleaños, por lo menos a mí me lo parecía. No por el objeto en sí, que repito, me parece de delicada belleza, sino porque, cuando me aplicaba en mis estudios, me daba por escribir en clase de historia o literatura o biología, desde el saludo inicial del profesor al entrar en el aula hasta acabar los apuntes con la despedida.
Ni que decir tiene que la velocidad que llegaba a coger escribiendo explicaciones como la etapa de la reconquista de la península ibérica, la vida y obra de Garcilaso de la Vega o como responde el sistema nervioso humano ante un estímulo, hacía derrapar en las curvas al más pintado y no se me escapaba ni una coma. Por esta razón, escribir con pluma me era imposible. No sabía cogerla bien. Mi mano era incapaz de dotarla de la inclinación necesaria que requería el plumín, para segregar la cantidad de tinta justa y no provocar borrones.
Por otra parte, aunque hubiera sabido hacerlo, los borrones hubieran sido inevitables pues el dorso de mi mano tenía, o tiene el vicio adquirido a la hora de escribir, de pasearse por toda la hoja como queriendo limpiar de cualquier impureza lo escrito.

La otra razón por la que decidí comprar este bloc es porque se parecía a un diario. Una de esas libretas sin gusanillo que no te permite arrancar ninguna hoja sin que se note. Por eso creo que son así los diarios, porque todo lo que anotes en ellos son hechos acontecidos en tu vida y, si alguna vez arrancas la hoja, siempre quedará la huella.
Como la vida misma, por mucho que quieras olvidar momentos sucedidos en ella, siempre estarán ahí. Sucedieron, sin más. No puedes cambiarlo porque pertenece a tu libro diario y este no admite borrones. Queda todo registrado.

Afortunadamente, tenemos la capacidad de seleccionar solo los capítulos que nos han resultado más interesantes y relegar al olvido aquellos que, o bien fueron aburridos y no nos aportaron ningún momento especial que recordar, o bien nos duelen tanto por su intensidad, buena o mala, que preferimos dejarlos aparcados.
Y estos, son los peligrosos. Tienen un efecto boomerang que, normalmente desconocemos, y siempre vuelven a la cabeza golpeando a nuestro hipocampo sin el más mínimo miramiento.

Nunca he escrito un diario. No porque tuviera miedo del regreso inesperado de alguna imagen del pasado, no. Mis razones para no escribirlo siempre han sido que no las había. Por lo menos no lo suficientemente importantes como para escribir la rutina diaria que vivía como adolescente y luego ya como persona adulta. Mi vida siempre ha transcurrido en los márgenes de la normalidad. En los márgenes de mi normalidad, me atrevería a decir ahora. No es que me queje de una vida aburrida, pero quizás en su momento no me daba cuenta de lo que realmente vivía.
Y ahora, me da por mirar atrás y veo que el camino recorrido, si bien no ha estado lleno de momentos de portada en los periódicos, lo recuerdo intenso.

Intensidad.

Creo que esta es la palabra que define a la perfección lo que ha sido, y es, mi manera de vivir todo. Lo bueno y lo menos bueno.
No es que la edad me haga pasar revista volviendo al pasado. No me considero tan vieja y no me veo de cerca mi cadalso como para redimirme de mis posibles faltas. Simplemente quiero recordar. Todo, o casi todo…

Esperanza Fernández.

jueves, 18 de septiembre de 2014


COSQUILLAS

Deslízate conmigo por la oscura garganta del miedo.
Encendamos juntos una luz para reírnos de él
y gozar de esas cosquillas que se sienten
cuando el valor te abandona.
Vamos a lanzarnos a la vida y a recorrer
la simpática espiral que nos separa.

viernes, 12 de septiembre de 2014

INCORPÓREO

Hay personas que, 
con solo decir tu nombre,
te hacen sentir especial.
Hay miradas que, 
sin verte,
te llenan de escalofríos.
Hay caricias que, 
sin tocarte,
te llegan al alma
y allí se quedan por siempre.
Eres esa voz,
esa mirada,
esa caricia.
Eres tú.
Ese sentimiento,
tan profundo,
que me hace verte,
sentirte y tocarte,
sin ni siquiera tenerte.
Incorpóreo palpable.
Ese eres tú.

viernes, 29 de agosto de 2014

FRÍO


No quiero hablar con nadie
si ya no puedo hablar contigo.
Las palabras no dichas
permanecerán atrapadas 
en ese lugar de la garganta 
en el cual solo se pronuncian las verdades.
Se enquistará un grito callado por siglos
y crecerá poco a poco un lamento 
apenas imperceptible. 
Ya nada importa
si tu no escuchas lo que mis ojos decían
al clavarse en tu mirada.
Todo carece de sentido
si el calor de tus gestos se ha ido contigo
dejándome a la intemperie.
La más puta de las tristezas
quiere anclarse en mi puerta 
pero hasta el frío de mi boca la congela.
Hay noches en las que por más que me tape,
no consigo entrar en calor.
Hay fríos que los llevamos dentro...

jueves, 7 de agosto de 2014

RESPIRAR

Es darme cuenta de que
ya no te respiro
y la asfixia me impide tomar
bocanadas de aire nuevo que me devuelvan la vida.

Enrédate conmigo en la maraña
que me cubre
y escondámonos en un laberinto
de abrazos interminables
donde nadie nos encuentre
porque nadie nos busque.

Te invito a que me corrompas
con tus miradas febriles.
Te invito a que me gastes la piel,
a que me uses,
a que me acabes.
Te invito a caer en un estado de embriaguez
en donde susurros compartidos
nos lleven a la locura con su atrevimiento.

El sentido común,
inconsciente,
convierte en dócil mi rebeldía.

Invítame a darte todo
sin pedir nada.
Invítame a sacudirte las ganas,
a zarandearte la vida,
a avivarte el ansia.
Invítame a conocer
lo que no se ve en tu superficie
y encontrar esa cueva para refugiarme.

Enmaráñate conmigo en este enredo
que me deja
en cueros el alma frente a la tormenta.
Ven y llena mi inocencia
con tu sabiduría.

Es darme cuenta de que
me asfixio con el aire nuevo
y, entonces,
te vuelvo a respirar para seguir viviendo.



( Locarno, 02 agosto de 2014.)





lunes, 23 de junio de 2014

 
 
Me tomo un descanso por vacaciones. Volveremos a encontrarnos en agosto.
Espero que disfrutéis del verano!!!

viernes, 20 de junio de 2014

ALMA, CORAZÓN Y VICEVERSA


De tanto en tanto sucede que el alma muerde al corazón
y lo engulle en un intento desesperado por llenar su incorporeidad.
Éste, cae en un vacío prolongado y por un momento casi eterno
cesa en sus latidos quedando atrapado en una red de melancolía y tristeza.
Ocurre entonces que el alma, al no verse saciada, comprende su error
y lo vomita de nuevo a la vida.
Como un reloj al que han dado cuerda, el corazón retoma sus latidos
y comienza de nuevo su andadura.
Los dos se dan cuenta de que un alma descorazonada o un corazón desalmado
no tienen cabida en esta selva.

martes, 17 de junio de 2014

TE QUIERO A MORIR




     El miedo entró un día por la puerta principal y se instaló, como si formara parte de la pintura, en las frías paredes de la casa. En los rincones, las telarañas tejidas para filtrar las lágrimas derramadas en ellos, pasaban desapercibidas a golpe de vista. Los rayos de sol apenas entraban por la ventana y la penumbra solía decorar aquel simulacro de hogar.

     Amilanada en un viejo sillón orejero de piel marrón, se abrazaba, temblando como un cervatillo asustado, a sus piernas. Con los ojos inundados mantenía la vista perdida en un punto fijo inexistente. El portazo final, sonando como un estallido en sus tímpanos, la liberaba siempre, aunque sabía que de manera provisional.

     Sacando fuerzas de donde no las había, puso en pie su cuerpo de niña y fue al baño para lavarse la cara. Abrió el pequeño armario que el cruel espejo escondía y sacó un tubo similar a una barra de labios. Esta vez el golpe había sido muy fuerte, siempre era más fuerte. El corrector no alcanzaba a cubrir las marcas azuladas que se acumulaban sobreponiéndose unas a otras en su delicado rostro y hacía tiempo que tampoco podía ocultar la tristeza que la vestía por dentro. Observando fijamente aquella imagen enfrente de ella, se buscó pero no se reconocía. Desconsolada, rompió a llorar apoyada sobre el níveo lavabo. Su llanto desaparecía, silencioso, por la tubería para no dejar rastro. No podía permitirse ningún signo de flaqueza, ya que eso la haría parecer mucho más asequible para su castigador.

     Arrastrada por la inercia entró en su habitación. Aquel cuarto parecía verter sobre su cabeza techo y paredes, como si menguara o quisiera devorarla. Cada día se sentía un poco más insignificante. Se metió en la cama hecha un ovillo y se tapó completamente con la sábana como si con ello construyera un espacio a salvo de cualquier vejación. Era un ritual que realizaba de una manera casi instintiva. Cada movimiento estaba perfectamente controlado para no salirse de la norma. Se había vuelto precisa en todo lo que hacía para que fuera del agrado de aquel que decía que todo lo hacía por su bien.

     En la calle ya se sentía la primavera. Era la estación del año que más le gustaba. Sintió nostalgia del aire en sus cabellos. Echaba de menos aquellas charlas con amigas sentadas en alguna terraza. Poco a poco se fue encerrando en casa para no tener que dar explicaciones ficticias ya que, en el fondo, todas sabían de su tormento. Aquello, la avergonzaba aún más. Con excusas cada vez más surrealistas fue alejándose de todo aquello que la hacía sentir bien. Llegó a pensar que ella no merecía aquellos momentos dichosos. Abandonó su trabajo como ayudante de dirección en una empresa importante para no crear conflictos innecesarios con él.

     Dentro de aquella cúpula en la que se sentía protegida como en el vientre materno, cerró los ojos y se imaginó entre los brazos de su príncipe azul. Cuando era pequeña, solía jugar a las muñecas con su hermana menor. Imaginaba que había un príncipe y que, a lomos de su blanco corcel, la subía a pasear por las nubes. Las dos niñas reían cuando ella imitaba el relincho del animal. Esto la hizo apenas esbozar una sonrisa en su dolorido rostro. Soñaban con ser princesas, se vestían con la ropa de mamá. Eran dos niñas felices y usaban la fantasía para hacer real aquella utopía actual en la que vivía inmersa.

De repente, se abrió la puerta de casa para dar entrada a su tormento. La ceremonia continuaba.

Ella oía sus pasos caminando hacia la habitación.

Él se acurrucaba a su lado.

Ella percibía el olor de las flores compradas para obtener su indulgencia. 

Él le susurraba al oído aquellas palabras que la hacían subordinarse sin más.

Ella sentía un escalofrío en su piel cada vez que las escuchaba.

Había aprendido a temblar sin que él lo notara.

     Se entregaba a su verdugo sin reproches. No estaban permitidos y ella tampoco arriesgaba más de lo necesario. Con aquel cuerpo entre sus piernas y la mirada perdida en el ramo que reposaba en la mesita de noche, se percató de que hacía tiempo que ni siquiera sentía el puñal que la atravesaba.

     Los días pasaban lentos como pasan las hojas de un libro que no te gusta leer pero que no tienes más remedio que hacerlo.

     Durante la tregua que le daba la noche, a veces se despertaba y, silenciosa, se quedaba mirando al desconocido con el que compartía cama, techo y vida. Se preguntaba cómo había pasado de ser aquel encantador hombre, que la enamoró siendo casi una chiquilla, a convertirse en el dueño de cada una de sus respiraciones. Alguna vez tuvo la tentación de recostar su cabeza en el pecho de él, como hacía cuando todo era normal y pasaban horas y horas en la madrugada hablando de su futuro y de la pequeña familia que formarían. Suspiraba en silencio y daba gracias al cielo por no haber podido tener hijos. No hubiera soportado tener a una criatura como testigo de aquellos terribles momentos. Luego reflexionaba y pensaba que a lo mejor si ella hubiera podido quedarse embarazada, él no la hubiera empezado a menospreciar ni a maltratar. Se sintió de nuevo responsable y lo miró una vez más, casi con ternura y exculpándolo.

     En los escasos encuentros con amigos y familiares lucía la sonrisa perfecta y un rubor casi pueril cuando él la abrazaba, producto de muchos ensayos. Era la pareja ideal a los ojos de todos y a veces ella llegaba a creérselo. La cabeza bien alta pero la vista hacia el suelo para no provocar... Pero siempre había algo que despertaba su furia y el sueño se tornaba pesadilla de nuevo. Era muy difícil mantener un estado de armisticio.

     Un día, como tantos otros, comenzaron los gritos e insultos sin más. Él no necesitaba grandes motivos para ello. A decir verdad, no necesitaba ninguno. No existían reglas válidas para jugar. Tenía ventaja sobre ella porque contaba con el elemento sorpresa y cualquier estrategia usada anteriormente, a ella no le servía. Disfrutaba cogiendo desprevenida a su víctima. Esta vez, no supo cómo pasó pero se rebeló y alzó la voz encarcelada por tanto tiempo. Sintió algo duro golpeando en su sien y un calor rojo cubriéndole el rostro antes de caer al suelo. Él se asustó y se acercó a su oído susurrando aquellas horribles palabras que provocaban sus escalofríos.

- Te quiero a morir, vida mía - después la besó.

      Por primera vez ella fue consciente de que no le mentía. Cerró los ojos y vio cómo su príncipe azul la subía a la grupa de su corcel blanco como las nubes. Se abrazó a su cintura y volvió la vista atrás. Pudo ver cómo su hermana lloraba mientras depositaba, encima de una caja de madera, una de las muñecas con las que jugaban de pequeña. Le sonrió y divisó entre las nubes el castillo que sería su nuevo hogar.

jueves, 12 de junio de 2014

QUEBRANTO

Imagen tomada de internet.
  
 Las horas en silencio dentro de mi cabeza,
mientras hablo con el mundo a gritos,
dejan a mi piel afónica de las caricias del viento.
Extranjera dentro de mi cuerpo, apátrida de la vida.
Caminante en el sendero que lleva a ninguna parte.
Ausente de mis propios momentos.
Ni soy, ni fui, ni seré alma en pena vagabunda.
Una brújula con un norte magnético
equivocado en el mapa de mi bolsillo.
Un cuaderno de bitácora, vacío, aún por escribir.
Destino eventual de laberintos para mis pies.
Tórridas dunas de arena que avivan mi sed.
Pesadilla noctámbula en medio de una noche eterna.

lunes, 9 de junio de 2014

SAUDADE


 
 
Lejos de casa se extraña el viento que te engendró
y las entrañas que te parieron.
Se echa de menos el calor de los que crecieron contigo.
Se añora todo aquello que te ha hecho ser la persona que eres hoy.
En cada rincón de mi seso,
hay un recuerdo sembrado que florece cuando lo riego de nostalgia.
Un jardín de flores y espinas que, en su conjunto, forman el lugar de mi retiro.
 
 

jueves, 5 de junio de 2014

LA DECISIÓN DE ELVIRA



 
“Desaparecer y que te olviden no es tan grave como vivir y que no se acuerden de ti.” Estas palabras circulaban desparramadas por la mente desierta de Elvira mientras contemplaba la grandiosidad del lago. No era de gran amplitud e incluso parecía carecer de relevancia para salir en algunos mapas, pero era su lago. Se puede decir que había crecido con él. Conocía perfectamente cada recoveco de aquel modesto cuerpo de agua dulce.
           
Cuando era pequeña, le gustaba asomarse a su agua cristalina y él, introvertido, le devolvía su reflejo. Resultaba divertido ver a los pequeños pececillos nadando aturdidos en la orilla, como quien está aprendiendo a nadar y no se aventura a meterse agua a dentro.
 
Ahora, observándolo, sabía que formaban parte el uno del otro. Sentía que le había ayudado a crecer acordándose de todas las lágrimas que había dejado caer en él. Lo colmó de sentimientos y el lago se lo agradecía meciéndola apacible cuando nadaba en sus aguas. Le había enseñado a sentir y solo él conocía su humor en cuanto ella pisaba la orilla.
 
Si la notaba nerviosa, intentaba calmarla creando un delicado murmullo de oleaje que acunaba sus oídos y la transportaba a un estado de suspensión. Elvira desnudaba su cuerpo para él y se zambullía en su profundidad como haciendo el amor tiernamente. La envolvía como amante fiel, la agitaba suavemente, zarandeándola de una forma exquisitamente delicada y la llevaba hasta la orilla para que se sosegara.
 
Cuando estaba triste, emitía un gracioso runrún que la invitaba a jugar en sus aguas y entonces gozaba con el cascabeleo de su sonrisa. La acariciaba sutilmente y la dejaba disfrutar sin más. Si estaba pensativa, no la importunaba y convertía su pequeña extensión en algo estático.
 
Siempre él.
 
Era su yo más sincero, su alma gemela. Su incorpórea libertad. La expresión de toda su vida. Nadie mejor que aquel lago la conocía tal y como ella era. Por eso, le parecía justo que su cuerpo cayera en la oscuridad de sus aguas y lo acogiera para siempre. Quizás la convertiría en una dulce nereida para poder continuar disfrutando de su presencia, o en un pececillo chico para recordar su niñez... Tal vez su cuerpo simplemente se descompusiese como la había hecho en vida y pasara a formar parte del limo fértil que sustentaba a la vegetación.
 
De pie, en las ruinas de aquel puente viejo que ya no llevaba a ninguna parte, se le antojaba un lago desconocido. Casi le daba miedo su agua. Aquella que tantas veces la había gozado. Mirándose bien, pensó que a lo mejor el lago no la perdonaría por convertirlo en cómplice mudo de su decisión. De repente sintió una punzada que la obligó a mantener a duras penas el equilibrio. El lago la miraba dulcemente, triste y le imploraba que no lo hiciera. Elvira creyó que sin sus lágrimas, éste se secaría y un sentimiento de culpa se apoderó de sus entrañas.
 
-          ¿Quién era ella para causar aquel mal? - Pensó.
-          ¿Quién era él para albergar tanta belleza? -  Pensó él.
 
Lentamente se dirigió hasta la orilla, derramó unas lágrimas que el lago enamorado recogió para sí y con una suave ola le acarició los pies. Elvira sonrió. Podía oír el runrún juguetón que la tentaba. Se desnudó, consciente esta vez y lentamente caminó agua adentro sin apenas darse cuenta del movimiento sensual que emitía su cuerpo menudo con el extraño oleaje.
 
La quería para él, pero no de la forma en que ella quería entregarse. La hizo suya amándola dulcemente. La emborrachó de los sentimientos que ella había vertido en él y ella se entregó sin discusión. Sintió paz en su mente y en su cuerpo que ya bailaba llevado por la tímida corriente que besaba su piel y le cantaba una nana para adormecerla como cuando era niña. Le recordaba al abrazo de su madre cuando la acogía en su regazo y se sintió, por un instante fugaz, feliz.
 

 

lunes, 2 de junio de 2014

NACI UN AMANECER...


Odio las estaciones del año sin luz.
Nací una madrugada de verano para ver amanecer
y sentir el calor en mi piel.
El frío me encoge por dentro y me hiela por fuera.
Odio las calles oscuras y en silencio.
No soporto el sonido de pasos solitarios que
nunca ves pero escuchas.
Odio las mentiras del otoño en fotos de chimenea,
con tazas de té en la mano.
Tengo miedo a la soledad del frío imposible de arropar,
ese que llega, echa raíces en tu seno y no se va jamás.
Odio mis silencios escandalosos,
las arrugas de mis risas perdidas
y el destello de mi mirada ciega.
Odio odiar porque me llueve en el alma
y aunque escampe la tormenta, las goteras se quedan.
Nací una madrugada de agosto
para saludar siempre al sol y llenarme de su alegría.
 

jueves, 29 de mayo de 2014

LA LLUVIA EN TI



 
Que no te toque la lluvia que cae suavemente y cala en tu piel.
Instalará su frío en tus huesos y ya nunca podrás sacarlo.
Que no te toque la lluvia que se precipita suicidándose contra suelo.
Te quitará los cálidos latidos y dejará un sonido mecánico en tu pecho.
Que no te toque la lluvia imprevista.
Te embriagará con su dulce sonido y después te olvidará.
Que no te toque la lluvia voraz.
Te arrancará el alma a pedazos y los arrastrará con ella.
Que no te toque, niña, la lluvia
porque te hará bailar sola en medio de ningún lugar.
 

lunes, 26 de mayo de 2014

ARMONIA DISONANTE


 
Él le robaba al silencio momentos de quietud
y ella ponía música al aire con sus interminables palabras.
Dos vidas separadas y un solo aliento.
Cuando se unían, ella convertía sus vocablos en silencios
y él le regalaba los suyos en sigilosas caricias.
Inmortales durante un escaso tiempo.
Vidas antónimas con sentimientos sinónimos.
Condenados a entenderse en una afinidad temporal
con disonancia circunstancial.

jueves, 22 de mayo de 2014

CONFUSION


Quise un día alzar mis dedos para rozar el aire en lo alto
y sentir ese grado de libertad que experimentan las aves
 cuando cruzan su inmensidad.
Quise mojar mis pies con las olas traviesas que,
sin saberlo o tal vez queriendo,
mueren en la tentadora orilla
y poder conocer así
la profundidad de mi alma,
que escuece como la sal del océano.
Quise fundirme en la tierra
para ver acontecer la vida que allí muere
y que con su muerte no hace más que volver a nacer
formando otro nuevo ser.
Pero ocurrió que cuando por fin me decidí a ello,
el aire dejo de soplar
y la libertad no existía.
El mar se secó y con él,
la escozor de mi alma.
La tierra agrietada, se cansó de ver
como otros disponían de la vida y la muerte a su antojo,
sin respetar su paradoja.
Y yo, quedé presa, confusa y sin vida.

 

 

lunes, 19 de mayo de 2014

VIDA INERTE



 
Víveme hasta que me mueras.
Entonces, y sólo entonces,
deja tu aliento en mi frente,
besa mis labios inertes,
ama mi cuerpo yacente.
Dale el latido robado
a mi medio corazón.
No dejes que muera en vida,
es un castigo muy cruel.
Solo quiero no dejar de sentir
para poderte, esta vez yo, vivir.

 


 

jueves, 15 de mayo de 2014

INCONDICIONAL

Creciste, niña, buscando la sombra de aquella figura lejana.
Entre voces escolares, tu rebeldía, escupía el anhelo
de aquellos pequeños momentos de dicha con fecha de caducidad.
Fuiste madre sin ser hija.
Pero el vientre que te dio vida, está en ti cada día
y te agarras a él, viviendo cada latido.
Cada uno entiende el amor de distinta manera.
Aquella sombra extrañada, se alejó para darte una vida.
Pero entendiste a tiempo que, ella también fue hija
sin poder disfrutar de ser madre.

lunes, 12 de mayo de 2014

SE LO QUE TENGO



Tengo el alma arrugada, la frente estirada, 
una mirada perdida y un sueño roto. 
Las suelas gastadas de caminar sin dirección. 
La ilusión cansada de buscar su rincón.
Una sonrisa sin estrenar y unas lágrimas saladas,
dulces ya en mi sabor. 
Una esperanza que perdió la paciencia. 
Un oído sordo para la música alegre
y un corazón amargo para los días azules. 
Un paraguas hilvanado con suerte
que un rayo me agujereó. 
Unas gafas de cerca para mirar al futuro. 
Y en medio del caos sigo en pie 
como un junco en la tormenta
. 
Guardé todo en una caja 
y le puse un lazo rojo. 
Espero que venga Pandora 
y la abra con su enojo.
Quizás entonces se establezca
un orden caótico
que ponga fin a este absurdo 
y me devuelva la calma
que perdí en un día cualquiera
y que tanto cuesta encontrarla.

 

jueves, 8 de mayo de 2014

NANA PARA MI HIJO ALEX


 

Voy a robarle a esta noche una estrella
para hacerte un sonajero de plata.
Voy a pedirle a la luna menguante
que te acune con olas en calma.
A Morfeo un sueño prestado
que te lleve tranquilo hasta el alba. 
Esta noche serena, mi niño, 
tu madre te escribe esta nana.


 

lunes, 5 de mayo de 2014

MIS MANERAS DE DESNUDARTE


Te desnudo con la mirada y me veo de frente en tus ojos penetrantes, herméticos, insondables, firmes, inalterables, impávidos ante mi presencia.
Dulces, apasionados, serenos... a la espera de una mínima señal de debilidad.
Te desnudo con la mente, con palabras alocadas que tropiezan con el aire que las conduce hasta ti.
Frases inocentes que encierran deseos ocultos en mis labios.
Te desnudo con el cuerpo, mientras rozo tu piel con mis senos.
Juegos de caricias, besos y sensaciones que nos transportan a un mundo impreciso, inconcreto, casi irreal...
Amémonos con los ojos, hagamos que las palabras descompongan
el calor de nuestros cuerpos y lo unan en uno sólo.
Desfallezcamos hoy, pues mañana puede ahogar el deseo de ayer.|

 

 

viernes, 2 de mayo de 2014

Síntesis de " El Hombre de los abrazos". Seleccionado en el concurso de microrrelatos organizado por "Diversidad Literaria" y publicado en su libro "Otoño e Invierno"


Era otoño y la humedad de sus lágrimas calaba sus huesos inmovilizándola.
El hombre de los abrazos la estrechó y sintió desentumecer su cuerpo acompasándose con los latidos de la vida. Le devolvió el relato de su existencia para que pudiera continuar escribiéndolo y, decidida, tomo la pluma en sus manos y una página en blanco.

 

UN DESIERTO EN LA LLUVIA ( 2ª Fase en la III Edición del Concurso de microrrelatos de la Fundación Pública Gallega Camilo José Cela)



 
Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con una infinita paciencia, como toda la vida, pero hoy esta lluvia me cala. Me sobrepasa cada gota que, de manera incansable, cae sobre el asfalto gris de esta aletargada ciudad. Hoy me he dado cuenta de que ya no formo parte de la silueta famélica de sus enclenques calles y que quisiera ser vomitado fuera de ella. Cada día encerrado en su rutina me hace sentir que me ahogo. Necesito encontrar un desierto sin límites, sin sombras que me persigan, sin tráfico que ametralle mis oídos y sin gente que camine aborregada en hora punta.
 Quiero que tu ausencia ya no me importe y me abandone para siempre la idea de tu recuerdo pero con esta lluvia no puedo. El sonido del agua estrellándose en la acera del portal de mi casa invoca al de tus tacones de mujer fatal diciéndome adiós aquel día, llevándote el paraguas que nos cubría. La humedad de la atmósfera ahoga mis pulmones cargados de tu polución. Crece mi asma cuando te veo. Tu impasibilidad ante el aguacero que cae sobre mí me acatarra aún más.
Hoy, aunque llueve sin ganas es cuando más te deseo.

EL HOMBRE DE LOS ABRAZOS


Era ya otoño y la humedad de sus lágrimas ocultas calaba sus huesos manteniéndola inmóvil.
El hombre de los abrazos le ofreció refugio en su piel y ella, ávida de cariño, se entregó a su abrigo.
Entre aquellos brazos sentía la quietud del viento que rozaba sus mejillas queriéndola acariciar, suave. Cada vez que la estrechaba, un intenso hormigueo recorría su cuerpo desentumeciendo cada articulación, tornándola de nuevo al mágico movimiento que produce sentirse viva. Cada abrazo provocaba un latido perfectamente acompasado con la vida.
Las miradas sostenidas entre ellos susurraban palabras jamás contadas pero escritas hace tiempo. Narraban una historia de ilusiones perdidas y jamás recuperadas, de sonrisas convertidas en muecas y de juguetes olvidados en el polvo de algún desván.
El hombre de los abrazos le devolvió el relato de su existencia para que pudiera continuar escribiéndolo y ella, decidida, tomo la pluma en sus manos y una página en blanco.


 

COMO EL AIRE


Eres como el aire, te siento aunque no estés aquí.
Como la brisa, te enredas en  mi pelo y acaricias toda mi piel, 
y me abrazas, y me envuelves, y me acunas con tu arrullo
hasta que caigo en un profundo  sueño en la llanura de un desierto
cubierto de espejismos reales.
Como el viento me erosionas suavemente, lentamente,
y tus marcas dejan profundas huellas que provocan
el renacer de mi ser.
Y te conviertes en el azote de un vendaval, elevándome,
agitándome, en medio de la nada.
Creas un mundo de ingenua realidad soportada por tu aliento
que me mantiene a flote como una cometa llevada por un niño…
temerosa pero segura de su vuelo.
Me someto al torbellino de tu abrazo sin achicarme.
Me crezco como huracán que arrasa la maleza
durante un segundo eterno.
Invoco a las inclemencias del frío para poder tener tu calor
y tu abrigo, para aferrarme a tu empuñadura y sobrevivir.
Tras la calma, me reflejo en tu laguna, serena y llena de vida.
Abrazo los matorrales despejando su espesura y descubro
la  belleza escondida en ellos.
Respiro en profundidad y de nuevo te siento aquí.
Si... estás aquí.

 
2

DESDE MI TORRE


Desde mi torre de cristal, veo el azul del océano.
Su infinito extingue al sol, que cada día, vuelve a provocar al horizonte
encaramándose en lo más alto del cielo.
Jadeante, más tarde, desfallece amortiguado por el magnetismo atrayente
del seductor espectáculo de nereidas que lo acogen en su envolvente profundidad.
Cada día la misma contienda ficticia.
Desde mi torre de acero veo la lidia infecunda de aquellos que defienden
valores en los que no creen.
Exterminios inútiles, torpes batallas de soldados de plomo que, botarates,
enfrentan a capricho contra fantasmas de aire en patios de colegio llenos de risas esperpénticas.
Desde mi torre de piedra, ahogo el quejido de la desolación.
Callo gritos de los mudos de sentimientos sinceros.
Aquellos que improvisan corazón para desarropar a los desgraciados que sienten.
Desde mi torre menuda, observo a mi alrededor la selva de fieras, hambrientas de carroña.
Desde mi torre insondable, siento la impotencia del cobarde que espera la calma que no llega.
Aquella que le persigue por siempre en su conciencia inservible.
Valor tocando la aldaba en oídos sordos.
Desde mi torre salto al vacío y caigo arropada por mi desnudez.
Me enfrento en cueros al desafío de los elementos
curtiendo un cuerpo  hoy ya indoloro.