Eres como el aire, te siento aunque no estés aquí.
Como la brisa, te enredas en mi pelo y acaricias toda
mi piel, y me abrazas, y me envuelves, y me acunas con tu arrullo
hasta que caigo en un profundo sueño en la llanura de un desierto
cubierto de espejismos reales.
Como el viento me erosionas suavemente, lentamente,
y tus marcas dejan profundas huellas que provocan
el renacer de mi ser.
Y te conviertes en el azote de un vendaval, elevándome,
agitándome, en medio de la nada.
Creas un mundo de ingenua realidad soportada por tu aliento
que me mantiene a flote como una cometa llevada por un niño…
temerosa pero segura de su vuelo.
Me someto al torbellino de tu abrazo sin achicarme.
Me crezco como huracán que arrasa la maleza
durante un segundo eterno.
Invoco a las inclemencias del frío para poder tener tu calor
y tu abrigo, para aferrarme a tu empuñadura y sobrevivir.
Tras la calma, me reflejo en tu laguna, serena y llena de vida.
Abrazo los matorrales despejando su espesura y descubro
la belleza escondida en ellos.
Respiro en profundidad y de nuevo te siento aquí.
Si... estás aquí.
La felicidad de tu amado tiene que estar desbordad.
ResponderEliminarleyendo tanta pasión, haces que lo improbable en términos generales parezca real. Pero seria imperdonable si lo deseado no se realizara en la persona amada.
Todos tenemos deseos flotando en el aire. Un saludo Bao Yonggan.
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