jueves, 22 de mayo de 2014

CONFUSION


Quise un día alzar mis dedos para rozar el aire en lo alto
y sentir ese grado de libertad que experimentan las aves
 cuando cruzan su inmensidad.
Quise mojar mis pies con las olas traviesas que,
sin saberlo o tal vez queriendo,
mueren en la tentadora orilla
y poder conocer así
la profundidad de mi alma,
que escuece como la sal del océano.
Quise fundirme en la tierra
para ver acontecer la vida que allí muere
y que con su muerte no hace más que volver a nacer
formando otro nuevo ser.
Pero ocurrió que cuando por fin me decidí a ello,
el aire dejo de soplar
y la libertad no existía.
El mar se secó y con él,
la escozor de mi alma.
La tierra agrietada, se cansó de ver
como otros disponían de la vida y la muerte a su antojo,
sin respetar su paradoja.
Y yo, quedé presa, confusa y sin vida.

 

 

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